Escrito para que no sea que intentando rechazar una interpretación cientificista de los primeros capítulos del Génesis, termines adoptando otra interpretación cientificista del mismo.
Contexto
El cientifismo rechaza la revelación Bíblica como una fuente de conocimiento y establece -de facto- que la única revelación que existe es la que se adquiere por medio de las instituciones científicas modernas. Estas instituciones se basan -de facto- en el dogma de que desde su origen, el universo se comporta regularmente en el tiempo y esto por azar, no voluntad. Por esta razón, despreciando la revelación Bíblica, pretenden estudiar el pasado y el futuro por medio de una proyección de su entendimiento actual del presente. Esto ha resultado en teorías del origen del universo que son evolutivas. Es decir, que establecen que lo único que necesita el universo para formarse por azar es mucho tiempo -millones de años.
Esto ha tenido dos efectos igualmente adversos en la Iglesia: una acción y una reacción. La acción, por una parte, corresponde a algunos que han utilizado este principio cientificista en la interpretación de los primeros libros del Génesis, resultando en que no conciben los primeros días de la creación como literales, sino que como metáforas que hacen referencia a millones de años. La reacción, por otra parte, corresponde a algunos que, rechazando esta interpretación, establecen la literalidad de estos días, pero cayendo en otro cientificismo. Es decir, explican que son días literales en términos de los tic de un reloj moderno: 24 horas. Pero, esta no es más que otra forma de proyectar el presente al pasado sin considerar la revelación bíblica.
Por esta razón, resulta necesario que reformemos nuestro entendimiento del tiempo, de tal manera de no contaminar nuestro entendimiento de las Escrituras.
Medio
Para esto, haremos un análisis de tres puntos basado en los primeros capítulos del Génesis con un rigor científico reformado, es decir, buscando que la Palabra corrija nuestra filosofía del tiempo:
- El tiempo es la cantidad de progreso del decreto de Dios.
- El único instrumento de medición del tiempo es el sistema tierra-estrella-observador y la precisión de este instrumento es el día-estelar-aparente.
- La duración de cada día del Génesis es la misma: un día-estelar-aparente.
1. El tiempo es el grado de progreso del decreto de Dios.
El tiempo se hace presente desde el primer adverbio y verbo de la Palabra: “en el principio” y “creó”. El adverbio “en el principio” hace referencia a un contexto temporal: al primer momento de todos los que han sucedido. El verbo “creó” hace referencia a una acción ocurrida en un momento anterior al de su escritura. Esto confirma la noción de que estamos en un contexto en donde hay una sucesión de momentos, en donde ocurren eventos que cambian el universo. Ahora bien, los cambios del universo no son azarosos, sino que son todos decretados por Dios desde la eternidad conforme a un plan de cumplimiento gradual. Por tanto, el tiempo debe ser concebido como el grado de progreso del plan de Dios para la creación. Así, cada momento sucesivo representa un grado de progreso en el plan de Dios.
…el tiempo debe ser concebido como el grado de progreso del plan de Dios para la creación.
Sin embargo, no fuimos diseñados para medir este grado de progreso de manera autónoma, sino que dependemos de que Dios nos de un instrumento adaptado a nuestras facultades para poder medir este progreso. Esto se evidencia en que podemos perder, dilatar o contraer nuestra noción del paso del tiempo -a veces algo corto nos parece duradero y algo duradero nos parece corto-, razón por la que habitualmente utilizamos cronómetros, relojes y calendarios para poder precisar nuestras mediciones.
2. El único instrumento de medición del tiempo es el sistema tierra-estrella-observador y la precisión máxima de este instrumento es el día-estelar-aparente.
La medición del tiempo se hace presente desde el quinto versículo, en donde se nos relata que Dios define lo que es un día y que comienza la cuenta de estos desde ese momento. Por tanto, la medida que Dios nos da para medir el tiempo es precisamente el día. En otras palabras, la cantidad de días cambia en proporción al grado de progreso del plan de Dios.
Día se define como el estado en que un observador en cierto punto terrestre está expuesto a la luz de una fuente luminosa cósmica. Noche se define como el estado en que un observador en cierto punto terrestre está expuesto a las tinieblas. Sin embargo, observamos que una tarde -desde el comienzo de la noche- y una mañana -desde el comienzo del día hasta la siguiente tarde- constituyen un día completo. Esto nos indica que la noche, aunque diametralmente opuesta al día en términos de su carácter lumínico, de alguna manera, es parte del día. Cabe destacar que aunque podemos suponer que el punto terrestre en cuestión es Jerusalén, dado los receptores originales del Génesis, no es necesario para este análisis.
En términos modernos, el día descrito aquí corresponde con el Día Solar Aparente, excepto que el sol aún no había sido creado por lo que quizas debería ser llamado Día Estelar Aparente -DEA desde ahora-, para hacer referencia tanto a la misteriosa fuente de luz preexistente al sol que trataremos como una estrella por simplicidad, como al mismo sol. El DEA corresponde a los eventos que ocurren desde que un observador en cierto punto de la tierra deja de ver la luz estelar, hasta que vuelve a verla. Cabe destacar que el DEA moderno -solar- no corresponde a 24 horas medidas por un reloj, sino que a mas o menos de 24 horas dependiendo de la época del año.
El DEA corresponde a los eventos que ocurren desde que un observador en cierto punto de la tierra deja de ver la luz estelar, hasta que vuelve a verla.
A la luz de esto, no habiéndonos Dios revelado otro evento natural con el cual medir el grado de progreso de su plan, el único instrumento de medición de tiempo divinamente establecido es el sistema estrella-tierra-observador. En otras palabras, solamente haciendo uso de este sistema es que podemos medir el tiempo.
Ahora bien, todo instrumento tiene un nivel de precisión que corresponde a la unidad mínima en la que puede detectar diferencias de medición. Por ejemplo, una regla de medición de distancias común, tiene una precisión milimétrica, es decir, no puede medir diferencias de distancia de menos de un milímetro de manera precisa. En otras palabras, tratar de hacerlo no es diferente a confiar en nuestras nociones falibles que fueron la razón para utilizar un instrumento en primer lugar. Así, el que usa la regla debe considerar que un objeto que mide 100 milímetros -10 centímetros- tiene el mismo largo que uno que mide 100 milímetros más 500 micrómetros -medio milímetro-.
Considerando esto, observamos que la unidad mínima de medición del tiempo -definido como el grado de progreso del plan de Dios- es el DEA y no es posible medir diferencias de tiempo menores a un DEA con precisión. Todas las mediciones menores a un DEA son producto de la convención humana, puesto que simplemente no hay un instrumento más preciso para medirlo. Esto se hace evidente en nuestra necesidad moderna de añadir días bisiestos cada cuatro años para volver a estar en sincronía con el DEA. También se hace evidente en el uso que los judíos y gentiles antiguos hacían de relojes de sol, los cuales dependen del DEA.
…la unidad mínima de medición del tiempo -definido como el grado de progreso del plan de Dios- es el DEA…
La implicancia de esto, es que nuestros relojes no miden el tiempo real, sino que un tiempo convencional humano, basado en consideraciones humanas. Por ejemplo, si en un DEA, por la voluntad divina, el reloj pasara 3 veces por las 12 del día, esto no indicaría que el decreto divino progresó más rápido que en un día normal, sino que fue un día más denso en términos de eventos. Algo similar observamos en el décimo capítulo del libro de Josué, cuando se nos dice que el sol se paró en medio del cielo y por casi un día entero no se apresuró a ponerse. Tal día entero de aumento corresponde a un día convencional -probablemente basado en la cantidad de recursos que se necesitaron y actividades humanas que se realizaron-, no a un día real, el cual está definido por el DEA. Dicho de otra manera, no pasó más tiempo real, el grado de progreso del plan de Dios no avanzó ni más ni menos que un día, sino que (1) fue un día más denso que el anterior en términos de sus eventos y (2) la conciencia humana fue capaz de percibir esta densidad.
Por tanto, debe considerarse que así como todos los milímetros miden el mismo intervalo de distancia, similarmente todos los DEA miden el mismo intervalo de grado de progreso en el decreto divino o tiempo.
Por consiguiente, esto significa que lo que cambia no es la duración del DEA, sino que la densidad de eventos del DEA y la sensibilidad humana a esta densidad. Es decir, hay DEA que contienen más eventos y otros que contienen menos eventos y hay DEA en donde la conciencia humana está más sensible que otros a la variación de densidad.
3. La duración de cada día del Génesis es la misma: un día-estelar-aparente.
A la luz de lo anterior, los primeros días de la creación, así como los días modernos, todos duran lo mismo en términos del decreto de Dios: un DEA. Por tanto, la pregunta de cuánto duraron los primeros días de la creación se debe reformular de la siguiente manera: ¿Cuán eventualmente densos fueron esos días y cuán sensible habría sido un espectador humano hipotético en dicho escenario?
Así, los que dicen que los primeros días duraron millones de años, deberían decir que los primeros días fueron más densos y que un espectador hipotético habría sido sensible a esta mayor densidad. Mientras que los que dicen que los primeros días duraron 24 horas de un reloj moderno, deberían decir que los primeros días fueron tan densos como los días modernos promedio o que un espectador hipotético no habría sido sensible a esta mayor densidad.
Conclusión
Una reforma en nuestra visión del tiempo requiere, por tanto, que definamos el tiempo como el grado de progreso del plan o decreto de Dios y que nos aferremos a la única medida universal natural que Dios nos ha dado para medirlo: El Día Estelar Aparente o DEA.
Bajo el esquema del DEA como medida del tiempo, la discusión de la duración de los días del Génesis se convierte en una pregunta de densidad eventual y sensibilidad humana a esta. Lo que si bien, puede ser un tema interesante, ya no es un tema del que dependa la ortodoxia Cristiana.